Comunidades musulmanas
Una mezquita en Massachusetts
 
Por Diana L. Eck
Diana L. Eck enseña en la Escuela de Teología de Harvard, en Cambridge, Massachusetts. Desde 1991 ha encabezado en Harvard un equipo investigador, denominado el Proyecto Pluralismo, que explora la nueva diversidad religiosa en Estados Unidos.  Este ensayo ha sido extractado de su libro A New Religious America, publicado por HarperSan Francisco, de Harper Collins Publishers, Inc., que puede obtenerse en las librerías. Copyright @ 2001 Diana L. Eck. Reservados todos los derechos.

 
Una Mezquita en Massachusetts
"El Centro Islámico de Nueva Inglaterra es una pequeña réplica de las Naciones Unidas, con más de 25 nacionalidades diferentes", afirma el imán Talal Eid. (Boston Herald)
 
Una Mezquita en Massachusetts
Alumnas de la academia en Sharon, Massachusetts, juegan antes de la oración vespertina. (AP/WWP)
 
Una Mezquita en Massachusetts
Aunque en el mismo salón, hombres y mujeres rezan separadamente durante el Ramadán en el Centro Islámico de Sharon. (Republicado con permiso, Globe Newspaper Company Inc.)

En ciertos aspectos, la historia de la comunidad musulmana de Sharon, Massachusetts, es típica de una amplia gama de experiencias musulmanas en Estados Unidos. Esta nueva instalación es una sucursal, de hecho una extensión, del Centro Islámico de Nueva Inglaterra en Quincy, ubicado al sur del centro de Boston y no lejos del lugar donde nació el sexto presidente de este país, John Quincy Adams.

La comunidad data de principios del siglo XX, cuando llegaron inmigrantes de Siria y Líbano para trabajar en los astilleros de Quincy. Al principio había más cristianos que musulmanes y muchos más hombres que mujeres. No pasó mucho tiempo cuando los musulmanes se empezaron a reunir para orar y para cumplir con sus devociones especiales. En la zona de los astilleros vivían siete familias en total. Mohammad Omar Awad se ofreció a ser el imán, el director de las plegarias. En 1934 formaron una organización cultural, social y de caridad, conocida como la Sociedad del Pendón Arabe Estadounidense. Se reunían en una casa de la South Street en Quincy, impartían a sus hijos lecciones informales de religión, se congregaban para la oración del viernes y celebraban las dos grandes festividades musulmanas: Eid al-Fitr al final del mes del Ramadán y la fiesta del sacrificio, Eid al-Adha, en la época de la peregrinación a la Meca. En 1962, después de tres decenios de ocupar un alojamiento temporal, los dirigentes de esta comunidad musulmana decidieron construir una mezquita en South Street. Casi en el mismo momento en que se inauguró el nuevo edificio en 1964, la comunidad empezó a sentir el impacto de la nueva inmigración. El pequeño grupo de musulmanes se triplicó de pronto en el decenio de 1964 a 1974.

A principios de la década de 1980, la comunidad dio un paso gigantesco al contratar a su primer imán de jornada completa, Talal Eid, quien vino de Líbano y se educó en la Universidad al-Azhar de El Cairo. Lo patrocinó la comunidad de la mezquita de Quincy y la Liga Mundial Musulmana. Eid llegó a Nueva York en compañía de su esposa y sus dos hijas pequeñas, junto con otro imán libanés y su familia. Suponían que serían vecinos en Estados Unidos, pero de pronto descubrieron que entre Nueva Inglaterra y Nueva Orleans hay más de 1.600 kilómetros.

Ya hace más de 20 años que Talal Eid dirige a la comunidad y, de algún modo, encontró tiempo para realizar estudios de postgrado en la Escuela de Teología de Harvard en medio de una vida de trabajo cada día más intensa. "Ser un imán en Estados Unidos es totalmente distinto de ser un imán en Líbano", dijo al ser entrevistado por el Proyecto Pluralismo. "Allá mis funciones se limitaban al servicio de la mezquita y la atención a la comunidad, pero aquí hago una combinación de cosas: dirijo la oración, imparto educación, ofrezco asesoría y trato con gente de distinto origen, cultura, nacionalidad e idioma. El Centro Islámico de Nueva Inglaterra es una pequeña réplica de las Naciones Unidas, con más de 25 nacionalidades diferentes". Hoy, el imán Eid tiene más de 300 niños inscritos en programas educativos de fin de semana y atiende a dos congregaciones en Quincy y Sharon.

El papel del imán Eid se ha ampliado no sólo porque las expectativas de su propia comunidad se amplían, sino también por las expectativas del clero en Estados Unidos en general. Esto implica asumir nuevos papeles, como visitar hospitales e ir a reuniones ecuménicas de clérigos y entablar el diálogo con distintos credos. "No se trata sólo de educar a los musulmanes", explica, "pues también tengo que hacer mi parte para educar a los no musulmanes, ya que al vivir en una sociedad pluralista es preciso forjar relaciones amistosas con gente que tiene creencias distintas de las nuestras". Por ser uno de los líderes musulmanes más eminentes y visibles de Boston, el imán Eid participa en tres o cuatro servicios de credos mixtos el Día de Acción de Gracias y, como orador, recibe constantes invitaciones de templos, sinagogas y organizaciones cívicas. Responde preguntas en la alcaldía de Cambridge, acude a toda prisa a la mezquita de Quincy para la oración de los viernes y luego dirige una sesión de islamismo con enfermeras del Hospital de Niños. Las rondas diarias del imán Eid son tan extenuantes como las de los ministros urbanos más activos.

Como muchas otras comunidades musulmanas de Estados Unidos, la de Nueva Inglaterra ha sentido temor y dolor a medida que crece. En marzo de 1990 se produjo un incendio de tres alarmas en la mezquita de Quincy que causó daños estimados en 500.000 dólares. El incendio se atribuyó a un acto premeditado, pero la investigación no fue concluyente y no hubo arresto alguno. La experiencia fue inquietante para la comunidad. El imán Eid recuerda: "En el pasado, cada vez que ocurría un incidente triste en el que estaban involucrados musulmanes, ya sea en el Medio Oriente o en cualquier parte del mundo, la gente nos señalaba. Nos hostigaban por teléfono y con cartas amenazantes. La gente venía furiosa a manifestarse frente al Centro Islámico. Y luego estalló el incendio provocado. Si el cielo se nubla en cualquier lugar del mundo, sin duda lloverá aquí sobre nosotros". Al año siguiente del incendio intencional, los musulmanes se reunieron y dedicaron sus recursos y su energía a reconstruir todo lo que fue destruido: la cúpula, gran parte del espacio de oración y el ala destinada a la educación.

Sin embargo, aun antes del incendio, la comunidad de Quincy ya no cabía en la mezquita de la South Street y había empezado a buscar una sede más grande. En 1991, el grupo supo de un sitio amplio que estaba a la venta en Milton; la propiedad había sido un centro jesuita y la rodeaban casi tres hectáreas de tierra. El lugar parecía perfecto para un nuevo centro islámico. Muy pronto se oyeron en Milton voces de resistencia, preocupación y aun sospecha. ¿Habría demasiado tráfico? ¿Habría suficiente espacio para estacionarse? ¿El centro estaría de acuerdo con el carácter de Milton? El doctor Mian Ashraf, cirujano y destacado líder de la comunidad musulmana de Boston, recuerda una reunión con los vecinos de Milton. "Les preocupaba que fuéramos a destruir su barrio al traer demasiada gente. Un representante de la prensa me dijo: `Doctor, ¿cuánta gente esperan que venga aquí a orar?'. Le respondí: `Bien, en nuestras principales festividades seremos tal vez varios millares'. Pero sólo hay uno o dos de esos días cada año. En los titulares del periódico del día siguiente se leía: 'Miles de musulmanes vendrán a orar a Milton'. Me sentí muy enfadado".

Las negociaciones para comprar la propiedad siguieron su curso, pero cuando la comunidad islámica ya estaba por concluir los trámites de una hipoteca, un grupo de compradores de Milton les ganó la propiedad y la compró por un millón y cuarto de dólares que pagó al contado. "Ese fue un trago amargo que no pudimos evitar", comenta Ashraf. "En mi fuero interno pregunté: ¿por qué nos hace esto la gente? ¿Es verdad que nos discriminan? No quería creer algo semejante porque nadie me había discriminado jamás en la vida". En la comunidad musulmana, algunos estaban decididos a llevar el asunto a los tribunales y luchar por el derecho de ser buenos vecinos. Otros no querían establecerse en una comunidad que ya les había expresado tanta hostilidad. Esto es una cuestión difícil que las comunidades de inmigrantes, una tras otra, han tenido que afrontar en los pueblos y ciudades de Estados Unidos al negociar la compra de propiedades y tropezar con la oposición de sus nuevos vecinos. La comunidad optó por no hacer un escándalo por la oportunidad perdida, sino mirar al futuro y buscar otra propiedad.

Por fortuna, pronto se presentó la ocasión de comprar lo que había sido una granja de cría de caballos en Sharon, una pequeña población de 15.500 habitantes, más de la mitad de los cuales son judíos. "Recibí una llamada telefónica", comenta el doctor Ashraf. "El hombre me dijo: `Doctor, tengo el sitio apropiado para su centro islámico. Leí en el periódico lo que la gente trató de hacerles. Ustedes desean erigir un centro para el culto y creo que los puedo ayudar'. Entonces me llevó a Sharon. Allí tenía en venta un predio tranquilo de 22 hectáreas. Al instante me enamoré de ese lugar".

"¿Y si los vecinos nos causan el mismo problema otra vez?", preguntó Ashraf. "¿Qué haremos entonces?". Esta vez, la comunidad preparó un plan para hacer su presentación ante los vecinos de Sharon. Para empezar, mostraron un vídeo educativo sobre el Islam a cada vecino que hallaron en su camino. "Les dijimos: `Si tienen cualquier duda, vengan a hablar con nosotros. Tendremos una reunión y nos sentaremos a responder sus preguntas'". Su energía activa pareció dar resultado y el pueblo de Sharon empezó a abrir sus puertas a los nuevos musulmanes. El rabino del Templo Israel, Barry Starr, le dijo a Ashraf: "Creo que ustedes van a enriquecer a nuestro pueblo. Traerán cosas nuevas a este lugar". Starr convocó una reunión de la Asociación de Clérigos de Sharon y todos ellos tuvieron oportunidad de conocer a los representantes de la comunidad musulmana. Por votación, los clérigos decidieron dar la bienvenida unánime al Centro Islámico. Publicaron su apoyo a éste en el diario local con este titular: "Sharon da la bienvenida al Centro Islámico".

Me dirigí por primera vez a la propiedad en Sharon el día que comenzó la obra, un lluvioso día de primavera de 1993. Fue muy apropiado que en esa ocasión se reunieran con los miembros de la comunidad musulmana personajes de distintos credos, rabinos, obispos, pastores y sacerdotes, todos con su respectivo casco de albañil. Cuando les tocó el turno de hincar la pala, muchos declararon que en verdad estaban abriendo nuevos cauces para todas sus comunidades religiosas. Los musulmanes levantaron para la ocasión una gran carpa a franjas y todos nos congregamos en su interior a escuchar los saludos y las palabras de felicitación. Recuerdo en especial a una joven musulmana, una adolescente que representaba al grupo juvenil del Islam, que se trepó a una silla plegadiza y desde allí dijo las palabras que los musulmanes de Estados Unidos han repetido miles de veces para explicar su tradición religiosa a sus nuevos vecinos. "Islam significa paz", afirmó. "Espero que aquí en Nueva Inglaterra, que siempre ha sido la cuna de nuevas ideas y de grandes movimientos, llegue el día en que las creencias religiosas no se vean como un motivo para acusar a alguien, sino como un tributo a la entereza moral de la persona".

Dos años después, el nuevo centro ya estaba abierto para celebrar su primer Eid al-Fitr, el día festivo que marca el fin del Ramadán. Fue unos cuantos días después de la Noche del Poder, en un chispeante día de fines del invierno precedido de una tormenta de hielo y nieve. El campo congelado de la ex granja de caballos era un amplio estacionamiento para los miles de personas que habían venido a orar. El doctor Ashraf anunció con gran orgullo: "Hoy el Eid es un día feriado formal en Massachusetts. Gracias a nuestros esfuerzos, el Eid es un día de asueto pagado para los trabajadores musulmanes y también un feriado religioso en las escuelas para nuestros niños. Es preciso que la gente sepa que el Eid es nuestro día festivo". Luego leyó para todos, con placer, una carta del presidente Clinton a la comunidad musulmana de Estados Unidos: "Saludo a todos los que observan el mes santo del Ramadán. Mientras el diálogo sustituye al enfrentamiento... Hillary y yo enviamos nuestro saludo a los musulmanes dondequiera que estén".

Después de las oraciones del Eid, la multitud avanzó colina abajo, vistiendo sus mejores galas de día de fiesta - brillantes selvar kamizes, chaquetas de terciopelo con lentejuelas y pequeños espejos, relucientes parcas color de rosa, telas brillantes de algodón africano - - una congregación festiva y pintoresca, regocijada y deslumbrada con las maravillas invernales. "¡Nunca había visto un Eid congelado como éste!", dijo sonriente un joven llegado de Gambia, en Africa. En el salón colectivo de la escuela, al pie de la colina, se sirvió jugo, café y rosquillas. "¡Eid Mubarak!", "¡Feliz Eid!", eran los saludos que intercambiaba esa creciente congregación de musulmanes, nacidos en más de 30 países, que hoy forjan una nueva tradición musulmana estadounidense.

El Centro Islámico de Nueva Inglaterra es en realidad un microcosmo del Islam en la Norteamérica de hoy, con sus generaciones de historia, sus dolores de crecimiento, sus esfuerzos por establecer la práctica del islamismo en una comunidad islámica culturalmente diversa, y sus intentos de crear instituciones islámicas en suelo estadounidense. La historia de sus relaciones con los vecinos no musulmanes refleja también una experiencia más amplia: desde las amenazas y el ataque incendiario hasta las batallas por causa de la zonificación y, por último, el éxito de sus esfuerzos para tender nuevos puentes y establecer relaciones con otras comunidades religiosas.