Abdirizak Bille, de Minneapolis, es un musulmán devoto
que se vio en dificultades cuando decidió fundar un
pequeño negocio de transporte en autobús. Bille
necesitaba un préstamo para poner en marcha su negocio, pero
la ley islámica tradicional prohíbe el pago de
intereses, o reba. Hasta fecha muy reciente, las opciones para los
empresarios musulmanes como Bille eran escasas. Pero en mayo,
gracias a los nuevos esfuerzos de grupos de las Ciudades Gemelas
(Minneapolis y Saint Paul), Bille pudo obtener por fin para su
empresa, que transporta inmigrantes a sus clases de inglés,
una financiación libre de intereses.
Bille financió un autobús escolar para 34 personas
con los 15.000 dólares que obtuvo en préstamo del
Centro de Desarrollo del Barrio en St. Paul. El grupo
incluyó una ganancia de $2.000 en su plan de reembolso.
Bille no paga intereses, pese a lo cual el centro gana un
rendimiento anual porque los intereses han sido sustituidos por
dicha ganancia.
"Prefiero no hacer negocios con tal de no involucrarme en
asuntos de intereses", dijo Bille. Sin el financiamiento
alternativo, habría tenido que ahorrar lo suficiente para
comprar el autobús, o bien pedir a sus amigos que le
prestaran dinero sin intereses, explicó.
La empresa Musulmanes de las Ciudades Gemelas ha dedicado el
último año a instruir a funcionarios de gobierno,
prestamistas y dirigentes cívicos sobre la necesidad de
adaptarse a las creencias islámicas en otras formas de
financiamiento. Los bancos responden que la regulación
estricta les ha impedido tomar la iniciativa para satisfacer esa
necesidad.
Líderes musulmanes y financieros coinciden en que no es
sólo un asunto personal o religioso: también es un
asunto de la comunidad y de interés económico.
Declaran que la falta de un financiamiento aceptable ha retrasado
los intentos empresariales islámicos y ha entorpecido la
expansión de los negocios en las Ciudades Gemelas. Hay quien
dice que esa carencia ha impedido a los musulmanes aumentar su
riqueza, lo cual ha debilitado su impacto económico en la
región.
En toda la nación, la comunidad islámica va
creciendo en número y riqueza. Los musulmanes que viven en
Estados Unidos tienen un ingreso per cápita de entre 35.000
y 45.000 dólares, muy por encima del promedio nacional de
entre 24.000 y 27.000 dólares, según datos de la
revista Islamic Horizons.
Se estima en 75.000 el número de musulmanes que viven en
las Ciudades Gemelas (a partir de una cifra aproximada de 45.000
que había hace cinco años) y 100.000 de ellos viven
en Minnesota.
En las clases de administración de empresas, algunos
grupos sin fines de lucro han visto la necesidad de crear otro tipo
de financiación, sobre todo para los inmigrantes
somalíes recientes que tienden a ser más respetuosos
de la religión islámica. Minnesota cuenta con una de
las poblaciones de refugiados somalíes más numerosas
de la nación, la cual se estima hasta en 40.000 personas.
Mike Temali, director ejecutivo del Centro de Desarrollo del
Barrio en St. Paul, fundó Reba Free Investments en el curso
de este año para proveer financiación a la
pequeña empresa. Había sido testigo del desaliento de
los inmigrantes musulmanes en todos sus intentos de abrir una
empresa, porque no podían obtener un préstamo.
Al presente, varios programas locales de financiación
islámica se han iniciado o están en la fase de
planificación:
Tanto la Phillips Community Development Corp. como la Agencia de
Minneapolis para el Desarrollo de la Comunidad financiaron en fecha
reciente a un propietario islámico de una empresa,
sustituyendo los intereses por cuotas administrativas. Ambos buscan
la forma de hacer que sus programas sean aceptables para los
musulmanes más ortodoxos.
El Consorcio de Agentes de Desarrollo de la Comunidad de
Minneapolis ha ofrecido dos tipos de financiamiento a base de
cuotas para empresarios islámicos, en un programa piloto.
Este grupo sin fines de lucro desea establecer un microfondo de
capital empresarial en el curso de dos años para proveer a
las necesidades de los musulmanes y otras personas. También
está explorando otras opciones de financiación.
Dalsan Auto Dealer, distribuidor somalí de autos usados,
fue inaugurado hace un año en Minneapolis para vender
vehículos y brindar a sus clientes financiación libre
de intereses.
En toda la nación, un puñado de
compañías como American House Finance Lariba y MSI
Financial Services ofrecen a los residentes de Minnesota
automóviles y equipo en préstamo y también
financiación sin intereses para viviendas y empresas.
Algunos esfuerzos locales se han centrado también en la
adquisición de viviendas por los islámicos.
Un grupo de las Ciudades Gemelas trabaja para crear una caja de
ahorro y crédito islámica.
Algunos bancos, como Wells Fargo & Co. y University Bank, ya
buscan la forma de fomentar la creación de empresas y la
compra de una vivienda propia entre las personas
islámicas.
"Esta actividad es muy necesaria", dijo Wafiq Fannoun, consultor
de muchos grupos no lucrativos y bancos de las Ciudades Gemelas que
desean saber cómo proveer financiación a los
islámicos. "ste ha sido un objetivo que la comunidad
musulmana de esas ciudades ha estado luchando por alcanzar desde
hace 10 años.
"Muchos musulmanes de Minnesota no tienen más remedio que
solicitar un préstamo bancario tradicional. Lo hacemos
sólo por necesidad. Así es el sistema y no se puede
cambiar de la noche a la mañana, pero esto es un
comienzo".
Hamdy El-Sawaf, director ejecutivo del Centro Islámico de
Minnesota, dijo que el Islam es la religión de más
rápido crecimiento en el mundo, pero que los musulmanes
todavía están luchando para ser mejor comprendidos a
nivel social.
Biografía y derechos de la autora
Sheryl Jean escribe reportajes de negocios en el Pioneer Press,
periódico de St. Paul, Minnesota.
Copyright (c) 2001 Pioneer Planet / St. Paul (Minnesota) Pioneer
Press / TwinCities.com.
SE PROHIBE COBRAR O PAGAR INTERES
Los musulmanes de Africa, Asia, la India, el Medio Oriente y
Europa Oriental tienen una religión fundada hace 1.400
años. La ley islámica o sharia se basa en el
Corán, el libro sagrado de Dios, y en las enseñanzas
del profeta Mahoma.
La ley islámica prohíbe estrictamente dar o
recibir intereses. Según la creencia de los musulmanes, en
todas las transacciones financieras se debe mantener la
armonía económica. No se puede aceptar que una
persona acomodada se beneficie al prestar dinero a otra menos
afortunada. El dinero se comparte como un medio que ayuda a la
prosperidad de toda la comunidad.
Esa creencia puede afectar la forma en que los musulmanes
financian una vivienda, un automóvil o su educación;
fundan una empresa, pagan sus cuentas y usan tarjetas de
crédito.
El pago de interés puede ser un obstáculo mayor o
menor según el grado de ortodoxia de cada musulmán.
Muchos de los más tradicionales de las Ciudades Gemelas no
poseen una vivienda ni tienen una cuenta de ahorros en el banco. En
el caso típico, si tienen una cuenta de ahorros donan los
intereses a obras de caridad.
Los acuerdos de financiación que acepta la ley
islámica son: los convenios de compraventa y
compraarrendamiento, los préstamos sin intereses, los
contratos de costo más ganancias, la inversión en
acciones y las sociedades mercantiles.
En mayo, Osman Ali se sirvió de un acuerdo de compraventa
para fundar una empresa que se dedica a vender cerca de 400 comidas
a la semana y proveer eventos para Tariq's, un restaurante
somalí de Minneapolis. El Centro de Desarrollo del Barrio
compró un Dodge Caravan 1995 y algún equipo, y lo
revendió todo a Ali con una ganancia de 5.323
dólares, a cambio de pagos mensuales de 443,64
dólares durante un año.
En cambio, otros musulmanes de las Ciudades Gemelas no cuentan
con tantas opciones y han tenido que usar sus ahorros y depender de
la generosidad de familiares y amigos, tal como lo han hecho otros
grupos de inmigrantes. Algunos más, en especial la comunidad
somalí, reúnen su dinero en un fondo grupal, un poco
al estilo de un club de inversión.
Una de esas personas es Halimo Yusef, quien hace un año
abrió una tienda de ropa llamada Beautiful Woman en el
Karmel Souk, un pequeño centro comercial somalí en
Minneapolis. Yusef, su socio somalí y los dueños de
otras cuatro tiendas de ese centro formaron un fondo de
financiación: cada tienda aporta 1.000 dólares en un
mes determinado y una de ellas recibe los 5.000 dólares,
según se explica. Al mes siguiente, los 5.000 dólares
se le entregan a otra tienda y así sucesivamente hasta que
las cinco han recibido dicha cantidad. Luego se repite el ciclo.
Yusef usa la infusión de dinero sin intereses para
reabastecer su tienda con ropa, artículos de tocador y
productos domésticos de Chicago, Nueva York y el exterior.
Pero tan sólo para no tener pérdidas o expandirse,
necesita más dinero para comprar más
mercancía.
"En general, las comunidades de inmigrantes son muy ingeniosas
y suelen reunir dinero entre sus parientes", dice Ed Lambert,
director ejecutivo del Consorcio Minneapolis, una asociación
de corporaciones no lucrativas para el desarrollo de la comunidad
en el área de Minneapolis. "Pero hay muchos [musulmanes] que
no cuentan con parientes capaces de darles ese tipo de apoyo".
Al buscar financiación de otras fuentes, los musulmanes
pueden hallar obstáculos en forma de leyes estatales y
federales. Además, muchos de los grupos sin fines de lucro
que los tratan de ayudar han tenido problemas de
financiación.
Por ejemplo, antes de este año los musulmanes no
tenían acceso al programa del Centro de Desarrollo del
Barrio, pues éste se quedó sin fondos. El centro
esperaba turno para recibir dinero del programa de iniciativa
urbana del Departamento de Comercio y Desarrollo Económico
de Minnesota, pero tropezó con un obstáculo legal
inesperado. La ley estatal prohíbe que se usen fondos de
préstamo del estado para comprar equipo y luego arrendarlo
a una empresa, nos explica Bart Bevins, quien administra el
programa de Iniciativa Urbana de dicho departamento.
Bevins cree factible que el año próximo se
proponga una enmienda legislativa. Entre tanto, el Centro de
Desarrollo del Barrio recibió el mes pasado una
donación de 100.000 dólares de la Fundación
Minneapolis para su Programa Libre de Intereses y espera recibir
dinero también de otras fuentes, dijo Temali.
LOS BANCOS SE RETRAJERON
Los esfuerzos de financiación para islámicos en
Twin Cities han estado a cargo de grupos sin fines de lucro, no de
los bancos, porque éstos últimos dicen que
están atados por la reglamentación. Un cambio en las
reglas para dar cabida a los musulmanes alteraría en forma
radical la industria de la banca, que por tradición es muy
lenta en adoptar las innovaciones.
"Es un nuevo territorio para los reguladores", dijo David
Reiling, presidente del University Bank de St. Paul. "Ellos no van
a inventar nada y no van a decir que usted puede hacerlo. Pero una
vez que alguien lo hace, si la innovación no da lugar a una
violación flagrante a la regulación, la vigilan muy
de cerca y ven cómo funciona".
Los bancos han ampliado su alcance y sus conocimientos para
incluir a grupos étnicos como los latinos y los
asiáticos, pero la financiación de los
islámicos implica un riesgo mayor porque requiere una nueva
estructura de operación y no sólo un nuevo nombre
para el mismo viejo producto. Pero Muffie Gabler, vicepresidente de
desarrollo de la comunidad de Wells Fargo para el Medio Oeste,
explica: "Esto es algo de lo que tenemos que estar concientes y
debemos afrontar porque se trata de mercados emergentes... y esa es
la parte creciente de nuestra base de clientes".
Es posible que una respuesta a las dificultades financieras de
los musulmanes sea la Cooperativa de Crédito Islámica
de Minnesota que un grupo de musulmanes trata de crear para
desarrollar un sistema financiero dentro de los lineamientos
islámicos. Sería la primera cooperativa de
crédito islámica en este país.
El grupo, que se ha dedicado a instruir a los musulmanes sobre
lo que es una cooperativa de crédito, está reuniendo
peticiones para hacer una recaudación de fondos;
además, este mismo año creó un sitio web en
www.icumn.org y publicó folletos educativos que se entregan
como obsequio en eventos islámicos, informa Fawzi Awad, uno
de los organizadores. Awad desea que en este otoño se pueda
proponer al estado una cooperativa de crédito, pero
aún no se ha dirigido a las agencias estatales o federales
de regulación.
"No queremos que crean que tratamos de establecer algo fuera de
la norma, pero deseamos crear algo en lo que podamos creer", dice
Awad. "Esta podría ser la solución para algunos de
los problemas que enfrentamos en la sociedad".
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