Eduación
Estudiantes musulmanes en California
 
Por Mary Rourke
Mary Rourke, redactora del periódico Los Angeles Times, se especializa en reportajes sobre religión.  Copyright 2001/Los Angeles Times Company
 
Estudiantes musulmanes en California
Shabana practica su ortografía en el Distrito Escolar Huntington Beach Union de California, donde se enseña el árabe en un programa piloto. (Rick Loomis/Los Angeles Times Photo)
 
Estudiantes musulmanes en California
Este joven jugador de baloncesto de educación media es musulmán y llega al fin de su ayuno de Ramadán después de la puesta del sol. (Rick Loomis/Los Angeles Times Photo)
 

Los varones al frente con los brazos cruzados sobre la cintura, las muchachas al fondo con el cabello cubierto con chales Esta disposición se adoptó con tanta naturalidad como si el aula en que estaban reunidos fuera una mezquita. Catorce estudiantes musulmanes estaban listos para iniciar sus oraciones de mediodía.

En medio de escritorios, libros, mapas y proyectores de transparencias, el grupo no prestaba atención ni al caos del aula ni al alboroto que había afuera. Era la hora del almuerzo en la Escuela Secundaria de la Península de Palos Verdes y el campus estaba lleno de voces. Para esos muchachos y muchachas, lo que importaba era el Ramadán, el período sagrado de un mes en el cual los musulmanes están obligados a ayunar desde la mañana hasta la noche. Este año, estos estudiantes de 14 a 18 años de edad están decididos a hacer profesión de su fe rezando sencilla aunque públicamente.

Dicen que orando juntos durante el Ramadán pueden mostrar su compromiso con una religión que recientemente se ha convertido en la más discutida, criticada y defendida de todo el mundo. "Siento que es importante mostrar a la gente en qué consiste mi religión, sobre todo en un momento como éste", dice el estudiante de primer año Rehan Muttalib, de 14 años, cuyos padres son de la India. "Tenemos que despejar los estereotipos".

Los atentados terroristas contra Estados Unidos y la avalancha de noticias sobre Osama bin Laden y la red terrorista al-Qaida cambiaron la vida en el campus de esta escuela pública suburbana de clase media alta, donde 285 de los 3.300 estudiantes son musulmanes, según la oficina administrativa de la escuela. Hace unos cinco años, un pequeño grupo de estudiantes musulmanes de la institución formó una Unión de Estudiantes Musulmanes; la organización ha tenido nuevas resonancias este semestre y las plegarias del Ramadán son simplemente parte de eso.

La Unión casi no existió en este año: los estudiantes estaban tan afectados y distraídos por los sucesos mundiales que se olvidaron de la fecha límite de inscripción de las actividades extracurriculares de la escuela. "Después del 11 de septiembre, estaban conmocionados", comenta James Maechling, el consejero docente del grupo; "no acertaban a reunirse". Maechling es presidente del departamento de estudios religiosos y del departamento de historia mundial, que enseña las religiones principales como parte del programa de estudios.

Maechling dice que nunca había visto al grupo tan bien enfocado como cuando por fin se reunió. "En el último año sólo venían entre cinco y ocho jóvenes, y se reunían muy esporádicamente. Este año han concurrido a las reuniones 20 estudiantes en promedio". Una reunión típica incluye una disertación sobre algún aspecto de la religión por alguno de los presentes, oraciones y almuerzo.

Otros dos clubes se reúnen con regularidad para orar en el campus de Palos Verdes: el Club Nueva Vida y el Club de los Siervos de Cristo, ambos organizados por estudiantes cristianos. Según los lineamientos de la Junta de Educación de California, los miembros de cualquier religión están en libertad de formar un grupo, siempre que no prediquen sus creencias ni traten de convertir a otras personas. El estudio de la religión se ubica también dentro del ámbito de la educación en las escuelas públicas, siempre que el tema se presente en el contexto de la historia y la cultura, no como instrucción religiosa.

La mayoría de los estudiantes musulmanes de la Escuela de Palos Verdes nacieron en los Estados Unidos, de padres que emigraron de Irán, Egipto, la India y otros países del Medio Oriente y Asia. Igual que sus condiscípulos, enfrentan las presiones habituales de sus compañeros en el aspecto social y académico, pero este otoño tuvieron que contender también con una desconfianza hacia los musulmanes que se generalizaba.

"Al principio se dispersaron", recuerda Maechling. "El día de los ataques tenían un nudo en la garganta. Era demasiado para ellos". Algunos de los que pensaban afiliarse a la Unión de Estudiantes Musulmanes fueron disuadidos por sus compañeros musulmanes para que no llamaran la atención sobre el grupo. "Nos decían: `No lo hagas'", recuerda el estudiante de penúltimo año Josh Mansour, de 16 años, uno de los líderes de la unión de estudiantes. El consejo de confundirse con los demás provino de estudiantes musulmanes no practicantes, explica. "Creen que el islam es una religión radical".

Josh lo ve de otra forma. "Hay muchos estudiantes musulmanes en el campus", dijo. "Algunos de nosotros decidimos que es importante practicar lo que creemos y hacerlo juntos como muestra de unión". Aun cuando sus orígenes son diversos, estos estudiantes provienen de familias observantes y la práctica de su religión no es algo nuevo para ellos. Sin embargo, este año el Ramadán trae consigo mayores responsabilidades y compromisos.

El primer día, varios estudiantes recitaron fragmentos del Corán en árabe a la hora de la oración. Uno de ellos, Zeyad Maasarani, de 16 años, aprendió ese idioma en el hogar. Su madre se lo enseñó y él suele ver programas de televisión en árabe para no olvidarlo. El y otros estudiantes declararon que para ellos es urgente dar la cara por su fe, pero reconocieron también que sienten la inseguridad de los adolescentes que temen ser juzgados por otros estudiantes.

"Quiero que en el campus me vean como un adolescente ordinario", dijo Muttalib. "Pero también quiero ser aceptado como musulmán, no como algo diferente o indebido". Declara que asiste a las oraciones del Ramadán en el campus porque tal vez no lo haría por su cuenta. En cambio, otros estudiantes dicen que se sienten más seguros si oran juntos. "Tenemos que reforzar la moral", dijo Mansour. "Muchos musulmanes tienen problemas aquí y en el resto del mundo. Queremos hacerles saber que no están solos".

Cuando les preguntaron por bin Laden y al-Qaida, algunos de los estudiantes se sonrojaron. "No creo que sean fundamentalistas musulmanes", respondió Maasarani con ardor. "Hay gobiernos corruptos y extremistas".

Muttalib fue un poco más objetivo. "Veo a los talibán y a Osama bin Laden no como musulmanes que practican sus creencias como es debido, sino como personas que entendieron mal la religión", afirmó. "La mayoría de los musulmanes tratan de practicar la esencia de la religión. Yo lo hago así".

Apenas el mes pasado, Maddy Ghorob, de 14 años, cuyos padres emigraron de Irán a Estados Unidos, tomó una decisión importante sobre su forma de vestir. No es obligatorio que las mujeres se cubran la cabeza con una pañoleta, lo cual se considera como un signo de modestia y una señal de que están tratando de vivir de acuerdo con las enseñanzas musulmanas que prohíben las relaciones sexuales fuera del matrimonio y beber alcohol, entre otras cosas. Aun cuando la mayoría de las muchachas que asistieron a la oración del Ramadán vestían ropa occidental y sólo se cubrieron el cabello para orar, Ghorob cambió todo su guardarropa cuando decidió "tomar el velo". Ahora usa una falda larga y chaquetas de manga larga para ocultar por completo su figura.

"Juré que nunca usaría el velo", dijo Maddy. En cuanto a la ropa que oculta su figura, añadió, "antes, mis metas eran usar ropa talla dos, tener citas con muchachos e ir a los bailes de fin de año. Ahora deseo que se me identifique como musulmana. No hay nada vergonzoso en eso".

Ghorob y otros miembros de la Unión de Estudiantes Musulmanes dicen que en el campus la mayoría de los estudiantes mahometanos se abstienen de todo lo que los identifica como tales. "Hacen grandes esfuerzos por adaptarse; no puedo distinguir a los musulmanes de las demás personas", dice Dania Arafeh, de 14 años, una de las mejores amigas de Ghorob.

Arafeh empezó a cubrir su cabello con una pañoleta hace tres años. Nacida en Estados Unidos de padres egipcios y palestinos, dice que la mujer es una joya preciada y cita al Corán como su fuente. "Una mujer no se disminuye al cubrirse", explica. "Es para su propia protección. ¿Para qué entregarse demasiado pronto?"

Durante décadas, los musulmanes progresistas y otros dirigentes religiosos de los Estados Unidos han aconsejado a los nuevos inmigrantes que dejen los atuendos religiosos en su patria y adopten la indumentaria occidental para adaptarse mejor a la sociedad de este país. El fervor de Arafeh por la vestimenta tradicional sugiere una visión diferente del futuro. "Sería fantástico que las personas de todos los credos usaran sus respectivos atuendos religiosos", comentó. "De ese modo, cada cual aprendería más de la forma de ser de los otros".

Mientras Arafeh y Ghorob conversaban fuera del aula de Maechling después del primer día de oraciones del Ramadán, Bahareh Shayegan-Fatemi se les presentó. Concurrió a la reunión de oración, pero se quedó sentada a un lado, observando.

"Llegué aquí desde Irán hace cuatro meses", les explicó a las otras muchachas. "No conocía a ningún musulmán, por lo cual me oculté y escondí mis costumbres". Su camiseta deportiva y sus pantalones vaqueros le ayudaron a probar su afirmación. En Irán se exige que la mujer use un velo y un manto para cubrirse. "Estoy muy sorprendida", dijo, y de pronto empezó a reír hasta quedar sin aliento. "Cuando estás sola eres una gota de agua, pero aquí, con los demás estudiantes musulmanes, eres una parte del mar, una de muchas gotas".

Shayegan-Fatemi no acertó a decir si alguna vez vestirá en Estados Unidos la ropa musulmana tradicional. Ni siquiera estaba segura de si se volvería a reunir con las estudiantes para las oraciones del Ramadán.

"Me siento muy sorprendida", exclamó. "Necesito un poco de tiempo".